La ToRtUrAdA

Del piso glacial en que descansa el cuerpo laxo te tomó el norte.
Esencia derretida de mujer incipientemente delicada.
De la espalda sólo las laceradas costillas me sonríen, es la pluma de tu boca la que baila.
Es que es el gesto, el temblor, el tic irrepetido lo que convoca a tu cuerpo angustioso a la vida.
Ninguna otra mordida, ni el sonido gutural que profirió tu garganta, ni los quejidos de ninfa amoratada te recorren.
Cuerpo lánguido, brazos de caoba, espalda derretida de golpes. Mente incipiente, repetitiva, sin mente, sin risas, sin lágrimas,
Cuerpo laxo maltratado, plantas cortadas, rasguños de amor, despedida eterna de vientre terroso.
Muerte, estertor de extremidades.
Parpadeo insignificante,pupila dilatada, luz difusa.
De tu espalda los cardenales crecen, el látigo lacera tus costillas nuevamente.Otro quejido, y otro, y otro irrevocable.
Cuerpo laxo, sin fin, tortura infinita, ataduras.
Sola en el piso, desnuda, sola en el piso.
Apretados los párpados, esperando el éter del fin, y el corazón que late...late...late.

Ya No MáS

Ya no más profundidad,
por favor, te lo pido.
Ya no más profundidad,
no te cruces en mi camino.
Por favor, no vuelvas,
no mires sobre tu hombro,
no pienses que queda algo,
no pienses en las huellas del andar.
Por favor, retírate complaciente,
no midas ironías ni palabras hirientes.
Sólo no me hables más.
Enciérrate en tu ataúd,
oh,momia muda,
enciérrate y no salgas jamás.

Daré media vuelta y seguiré caminando,
no voltearé a mirar.
No creas que es tu culpa,
no es que olvidara las estrellas que me diste,
no necesito de ello.
Por eso, sólo te pido,
no voltees, no me sigas,
no me hables, no me mires,
no hagas como que me quieres,
no me olvides tampoco.

Esto no es un hasta pronto,
es un hasta nunca.
No hagas de esto una carrera
a campo travieza.
Camina tranquilo,
que yo me escabulliré
por algún resquicio de las tablas del piso.
Camina sereno,
y dile a tu espalda que es a ella
lo último tuyo que me llevo.
Camina firme y decidido,
que yo haré lo mío,
caminar,
para salvar mi integridad,
yo haré lo mío,
obviar el hecho de que te he querido.

AbStRaCcIóN

Afuera llueve. Y las gotas de lluvia azotan cual látigo el zinc del tejado.
En el interior húmedo la tetera emana débiles vapores, y allí estás tú, titilante, absorbiendo el brillo del fuego. Reconcentrada en la barriga lustrosa de la tetera. Analizando la inmortalidad del cangrejo.
Y las llamas azules danzan y te llaman, te convocan a su orgía. Y eres una más de aquel baile descontrolado, de aquel frenesí de colores. De la temperatura tibia y calurosa a la vez del fuego.
Tomadas por los brazos se mecen en una hora interminable, y giras y el fuego te lanza con precisión a la nube de vapor.
Y flotas hasta el techo y hablas con las orugas atrapadas y te columpias en las telas de araña.Y el humo te rescata y te envuelve, y te hundes en el polvo del trapero, buceas por el piso de cerámica, nadas en la gotera más cercana. Te ahogas en ella y el tritón de polvo te rescata, te auxilia, y braceas, y braceas más, hasta que tu boca extasiada sale al exterior brumoso y se abre aspirando bocanadas de fúligo que inflan tu pecho. Estiras los brazos y te impulsas fuera, eres una pluma empapada que repta por la alfombra y rueda por el colchón de polvo.
Tocan la puerta. Sigues reconcentrada en la barriga lustrosa de la tetera. En el interior húmedo la tetera al fuego emana débiles vapores, y allí estás tú, analizando la inmortalidad del cangrejo. La puerta trona más fuerte; la persona empapada, el el paraguas colgado que chorrea cieno.
Afuera llueve, y las gotas de lluvia azotan cual látigo el zinc del tejado.

SeMaNaRiO

Lunes (Vendas)

Hoy, que no sé si siento,
he salido a caminar,
pasos elevados al viento,
venda de aurora boreal.
Hoy, que soy como una esponja,
he salido a caminar,
vendas negras cubren mis ojos,
así oiré al camino susurrar.

Todo orden mecánico,
desfile de gente sincronizada,
parte del engranaje,
de esta vida automatizada.

¡Cuanta gente tan vacía!
Cuanta gente, cuanta gente.

MARTES (la calle)

Tumulto azul,
gente,olor a barquillo,
perro que interrumpe mi andanza.
E interrumpo este pensamiento fijo
de prostitutas porteñas
y de vicios y alcohol.
Y pienso que cada día soy más de ellos,
ellos que son del puñado de arroz,
ellos que son incontables y tan parecidos
como granos de arenam
ellos que te engañan de traje tornasol.
Cuanto bullicio ,
cuanta confusión,
pasos en direcciones incongruentes,
bolsas acarreadas por manos sudorosas,
y el sol, el sol abrasando las cabezas de las hormigas.
El olor a grasa pegado en el cabello,
el ruido del vaso del limosnero,
la idílica rutina diaria.


MIÉRCOLES (el atropello)

Bocinazo,
llantas pegadas al asfalto,
gente idiotizada,
la caída de un bulto de manzanas,
cuerpo inerte,
que yace en medio de la calle.
Tumulto nuevamente,
bocinazos, gritos, llantería, gente.
Pasos apresurados, ya no importa,
llegó la ambulancia,
alguien arrastra el cuerpo a la camilla.
Alocado trote calle adentro,
lejos ya el murmullo,
opresión inmerecida de canalla,
angustia calificada.
Calleja vacía de nadie o de algunos,
papeles errantes que huyen de ti.
Pasos que se detienen ante nada, lejos de aquí.

JUEVES (la plaza)

Pares, duplas, ojos,miradas.
Y todo además en una plaza,
olor a fruta, mezcla de perfumes,
sonrisas acarameladas,
intenciones mal camufladas.
Palabras de muralla,
enamorados descifrándose
a través de túneles y mallas
encuentro de miradas.
Sacan a relucir sus abrazos,
sincronía nuevamente,
mar de abrazos en tres tiempos,
helados derretidos, cabellos despeinados.
Y la triste mujer sola en un banco,
Pensando en la importancia de la nada,
en lo sublime del todo,
en lo travieso del engaño.
Ella va vendada,
hay un transeúnte de espaldas a la banca,
¿qué hace ella?
lo mira de soslayo,
y abraza a traición al transeúnte desprevenido.


VIERNES (Allá van)

Allá van, míralos bien, allá van
tomados del brazo, allá van
acurrucados por el humo del cigarro,
allá van,
ocultos entre los cúmulos
de las flores mustias
allá van, sin ti, allá van
corriendo olas y espumas,
besándose secretamente,
murmurándose a los ojos,
a tus espaldas,
allá van.
Perforando el pavimento,
carcajeándose a destajo,
mofándose de ti,
mostrándote sus intercambios de muerte,
allá van,
como dos pavos reales,
tomados del brazo,
para que tú los veas,
allá van.


SÁBADO (la procesión)

Va a sus anchas,
deslizándose en un mar de pétalos,
el caminante de pies destrozados,
pies por delante,
caravana de intermitentes atrás.

La gente se hace a un lado
su santiguar es alocado,
siejas con niños de las manos,
les dicen: ahí va el finado.

Coronas de flores inventadas,
paso lento, pasmoso,
gente curioseando
en el rostro de los enlutados.

Y dentro de la carroza,
rígido, va él,
contento de haber salido del pie del patíbulo,
de haber bajado rápido, de un clic,
el interruptor de la vida.
Y de ser llamado por otros nombres:
Occiso,pobre,desgraciado, muertito.

Cuerpo rígido del ataúd,
embotellamiento en la calle,
entrometidos que juegan a resolver,
el acertijo de quien va en el interior.

Y va a sus anchas,
deslizándose en un mar de pétalos,
el caminante de pies destrozados.
va horizontalmente,
pies por delante,
caravana de intermitentes por detrás.


DOMINGO (la oruguita)

Del resabio del sauce viejo,
ahí está,
pequeña oruga y su capullo.
De las estrellas que prometió bajar en el futuro
(abraza a su capullo)
ahí está.
Y la luz juega con su cabellera gruesa,
y su espalda se curva bajo el peso prominente,
y ahí está.
Y los pétalos florecen y el capullo crece,
sólo nueve meses,
y ahí está.
Y la gente habla y habla,
y tú sólo callas,
te muerdes el labio y
abrazas a tu oruguita,
mi niña,
ahí está.

TeRnUrA

El colchón se hunde bajo tu peso y ahí estas tú, sentada al borde, girando el torso y sonriendo de ojos y boca.

Qué emoción, que aspaviento, que fruslería verte bañada de olores deliciosos. Tan dulce, tan tersa, tan... tan ingenua.

Como siempre estás en silencio, un silencio elocuente, grandilocuente, sagaz. Y ese halo misterioso de pura luz blanca que irradias me embriaga.

Has vuelto nuevamente a mi vida, es decir, te he abierto la puerta que Impotencia azotó frente a tu faz.

Pensar que me acompañas provoca que una renovada sensación de bienestar se acurruque en mi regazo. Junto a ti has traído desde el exilio los recuerdos desterrados, los cuales has guardado ordenadamente en la caja de recuerdos que está frente a mi cama.

Ahora sólo me miras, sólo me sonríe tu sonrisa de luna reflejada en tus ojos. Tu mano de papel toca suavemente mi tobillo bajo la frazada , y comienzas a avanzar hasta que nos encaramos. Tu proximidad hierve mis lágrimas, tu aliento es mi ambrosía, y sigo aquí, preguntándome estúpidamente por qué fui cómplice de tu destierro; por qué soy cómplice de Impotencia, por qué hice tus maletas y embalé en rotundas cajas los recuerdos y los despaché certificados a casa de Olvido.

Sólo sonríes, y tus ojos de turmalina corren siguiendo mis lágrimas. Tu mano de papel seca mis lágrimas ardientes que escapan del cautiverio, y me besas dulcemente, amablemente escampas la tormenta y la confusión y secas el río en que se ha transmutado mi rostro. Sutilmente me despeinas y me envuelves con un abrazo, presiento tu consistencia áurea y piel resbalosa en mi cuello. Me aferró con emoción a ti y aspiro mucho aire para retener dentro mío tu olor, para retener tu olor a dulzura y conmiseración, para retener los recuerdos; porque ya no me importa nada, quiero que estés a mi lado.

Impotencia se ha deslizado por el resquicio de la puerta y nos observa. Va del brazo junto a locura y otro fantasma que desconozco, y me observa ya no con odio , me observa como si no me viera , como si yo fuera una vana línea trazada en el vacío , vacía de todo sentido y motivos. Creo que se va, a lo menos temporalmente, de vacaciones, quizás.

Sigo enlazada dulcemente contigo, ignorando a Impotencia. Esta, con encono ilimitado, avanza hasta las cortinas de la ventana y las aja con sus uñas. Locura las quema, y la ventana queda desprotegida.

El exterior está oscuro, en tinieblas de lo desconocido; pero no importa, mi luz, mi ternura, ha regresado.


Y a donde van a parar
aquellos besos que no se dan?
Terminan aplastados
bajo la huella del zapato,
o quizás colgados
en el diario mural?
A dónde van...?
Dímelo tú...
A dónde van...?
Se quedan mecidos por las gardenias
por el viento, el soplo infernal
o transitan por ahí enloquecidos,
o se quedan a hibernar?
A dónde se destinaron
los besos errantes que envolví para tí?
Fueron mecidos por la luna
arrullados por el sol,
entibiados por mi aliento,y
humillados por ti.
Y qué fue de ellos,
después de que los rechazara?
Vagaron por el cementerio,
carcomidos por la voz de ultratumba,
bailotearon sobre las lápidas
y algunos se fugaron de mi sonrisa.
Escaparon por las rendijas de mis dientes,
buscando a su dueño,
el puerto de embarque,
los enamorados de la plaza
y la noche estrellada.
Y después...?
Después de ser consumidos
flotaron abrazados por la brisa
y se dislocaron en esqueletos
de hojas mustias de otoño.
Por la mañana fueron barridos
y sepultados junto a otros besos,
si miras por la calle,
verías sus esqueletos,
mira el asfalto y comprobarás
que es un camposanto de ellos.
Y...y los otros... los exiliados?
Terminan guardados en un baúl,
roídos por las polillas,
esperando a que vuelvas,
les sonrías,
y hagas uso de ellos.

Impotencia



Siento cuando sus garras se cierran en mi garganta y la anudan, el peso de su cuerpo sobre el mío y su aliento cargado de reproches.
Es violenta. Es una mujer violácea de expresión desencajada y agresiva. Su mirada electrificada está cargada de tal odio que me asusta, parece que va a estallar. Es delgada, pero increíblemente fuerte, sus uñas acostumbran aprisionar mi cuello o mis brazos para arrebatarme confesiones.
Sólo aparece en breves instantes. Camina hacia mí y me apunta con su afilada uña. Si no, se lanza con agresividad , comienza a pasearse furibunda y maldice, rompe recuerdos y lanza cosas. La observo realizar aquellos estragos en mi mente. Le temo a veces, dice cosas demasiado ciertas.
Apareció después del sueño de un beso, como de costumbre. Comenzó a pasearse y me increpó:
-¿Por qué lo haces? ¿Acaso no te controlas? Te desconozco...¡te has rebajado! ¿No ves que te han cambiado? ¡ Has sido reemplazada! ¡Ya no te quiere!...-yo sólo callaba, ¿para qué oír algo que ya sabía?
Sentía la corriente de aire que producía con su paseo incesante. La cola púrpura de su vestido se atascaba en los muebles y los lanzaba lejos. Estaba pálida de cólera ante mi no reacción, sus ojos azules lanzaban destellos de fuego azulado.
Comenzó a maldecir nuevamente, y a lanzar las cosas por doquier .La miré con fijeza hasta que me observó expectante.
-Ya no me importa-le dije. Y se marchó colérica dando un portazo y arrastrando tras ella el frufrú bullicioso de su cola púrpura a través de la puerta.




FuGa






















Vienes desde lejos
cargado de maletas y rosas,
vienes como un inmenso y redondo bulto.
Vienes a saltos,
y el viento eleva tus bolsas y las trae.
Te veo borroso,
te veo arenoso, hecho de pura niebla.
Vienes hacia mí,
te tuerces, te doblas,
te revuelcas,
te retuerces como serpentina,
te curvas como espiga al viento.
Eres una mota de polvo de mi zapato,
eres el viajero de la alfombra.
Saltas como llama,
y eres una vela encendida a lo lejos.
Vienes a mí,
lento, difuso,
sin dirección aparente,
un fantasma de harina.
Un remolino te eleva,
y haces una graciosa pirueta,
te precipitas a mi pecho;
Estamos palmo a palmo,
tu respiración me deshace en moléculas
de arroz partido.
Tus ojos me regañan,
sólo un paso, y tan cerca,
un leve movimiento de muñeca
y has vuelto a tu caja de juguete.

No todo es adicción, bajas pasiones, fantasmas y augurios y vaticinios. No todo es septiembre 13 ni septiembre 19. No todo es el desgastado esquinero de la pared, ni los libros olvidados de volver a su respectiva biblioteca. No todo son cartas, olvidos ni ansias; no todo es él. A veces parte del todo son aquellas sombras.
La cazé hoy, mientras intentaba ocultarse tras un oso. Era imprecisa, evanescente, quizás masculina o andrógina. Se retorcía presurosa intentando infiltrarse en la esponja que rellenaba al oso.
Primeramente cerré ventanas y persianas, y obligué al pomo de la puerta a cerrarse mudamente; era la hora de sacarla de ahí. Tomo la cabeza del felpudo y la giro lentamente hasta encarar el agujero por el que se salía el relleno, la débil evanescencia de la sombra ha quedado impregnada en la felpa del oso. Un leve movimiento de muñeca, el frufrú de la tela de mi chaqueta y con mi codo la capturo en las cercanías de mi costilla.
Era suave y vaporosa como el algodón de azúcar, extremadamente dinámica e impaciente también; era una sombra inmadura, inmadura e informe, pero brillaba como un pequeño sol negro.
Te has sosegado y exhausta y fina como el hilo, te desparramas. Yo también estoy cansada, el forcejeo me ha estirado las rígidas articulaciones.
Me siento en el resquicio de mi cama y trato de asentarte en mis rodillas para charlar. Pero un no sé qué , un estrtor convulso producto del miedo, una tos de gallina minucisamente exagerada o un canto de grillo te disparan en rigorosa huida.
Y heme aquí, ahora corriendo y dando saltos esperando cazarte. Huyes sin sentido, sin atinar a nada más que chocar contra todo, y un último y disparatado impulso te catapulta hacia mi pecho. Ouch! El golpe me ha dolido, sin embargo no olvido cerrar mis brazos y te cautivo histérica, con risa de grillo nervioso.
Tu respiración agitada se pega a mis entrañas y siento el peso de un cráneo redondo y bien formado contra mi pecho, también el pelo sudoroso que me humedece la chaqueta, y un líquido, que no preciso qué es, me empapa los pantalones. Un alarido tan de adentro, que tanto me estremece, emerge de tu pecho umbrío y doy declaración de tus lágrimas de sombra. Miles de gemidos desgarrados brotan de tu garganta y te siento temblar ligeramente. También tiemblo, son escalofríos de estupor.
Presiento que te vas calmando, y tus pequeñas convulsiones se acrecentan. Ahogadamente siento el calor de tu frente febril y tu cuerpo cansado me transmite un efecto soporífero. Duermes largos instantes infinitos mientras te acuno y consuelo como haría cualquiera con un niño pequeño y, cuando el sol está a punto de estar demasiado alto y comienza a expirar la hora de las sombras, te hago espabilar afelpadamente. Te acurrucas en mi regazo ignorándome, qué placer aquello...
Vuelvo a intentarlo repetidamente, hasta que te levantas, me das un nuevo abrazo de agradecimiento, un solemne apretón de manos, y te vas.


HoJaS dE oToÑo


Cuento que posiblemente no tenga mucho que ver con la estación, recuperado de una revista que hicimos...


Una fuerte ráfaga de viento pasó y golpeó las persianas, la muchacha siguió tumbada sobre el escritorio haciendo caso omiso de la corriente que había entrado en si habitación, se desperezó con lentitud y puso sus dedos en la gastada pluma. Apoyó la pluma en la hoja de carta y esta rodó abruptamente desde sus finos dedos hasta la bruñida superficie del escritorio.
-Hoy no-musitó apenas abriendo los labios.
Una persona entró y cerró la ventana. La joven ni siquiera volteó para verla, simplemente acarició el escritorio; y al ver la curiosidad de los ojos tras su espalda dobló el papel y lo metió en el bolsillo de su chaqueta.
Un día de otoño la recibió al salir al exterior, el sol tras las nubes y los papeles arrastrados por el viento decoraban las calles. Ella caminó, simplemente caminó; con paso lento y pasmoso, sin contemplar el paisaje, sin tener idea hacia donde se dirigía, caminó en línea recta con el sol tras la espalda y el viento revolviendo su cabellera.
¿Qué hacía? ¿Hacia dónde iba? Volteó bruscamente y se volvió siguiendo en línea recta, cruzando las calles, sin mirar.
Una hoja impulsada por el viento cayó en el gorro de su chaqueta. Un caudal de recuerdos se agolpó en su vacía mente.
Regresó.
Su paso antes calmado y monótono, se había vuelto rápido y elástico. Su respiración sosegada desentonaba con el rápido martilleo de su corazón.
Al fin llegó. Un montón de hojas correteando en las baldosas pareció darle la bienvenida; por primera vez en mucho tiempo reparó en el paisaje, buscando algo.
La plaza era pequeña, una plaza más entre todas las plazas.Una meseta de árboles perennes y también de hojas amarillas que llovían con cada brisa. Una mal hecha fuente con nenúfares flotando en sus aguas descansaba aisladamente en una esquina, oculta tras el follaje de un árbol. Aquel banco seguía allí, levantándose en un extremo por las nudosas raíces del inmenso árbol rodeado por montones de redondas hojas esparcidas por la hierba reseca.
Su corazón desbocado pareció detenerse, congelándose en el tiempo. Su andar se volvió dudoso y caminó sosegadamente hacia aquel banco. Observó la plaza, una anciana decrépita caminaba por el otro extremo, y un vagabundo dormía bajo un árbol. Se sentó lentamente en el frío banco de piedra y fijó la mirada en el vacío.

¿Qué había ocurrido allí? Intentó recordar, pero su mente estaba confusa, lo que creía eran recuerdos se disolvían apenas los tocaba un poco. Era algo importante acaecido en uno de esos días irreconocibles de otoño.

-Qué es...qué es...-musitaba.

Permaneció sentada en aquel gélido banco de piedra hasta que no sintió los dedos y el sol hubo desaparecido del cielo. Con los dedos tocó el papel y volvió a contemplar la plaza. Algo aquel día...Sin embargo, algo había cambiado, el banquito estaba siendo ocupado por otras personas; una pareja. Estaban abrazados y tuvo la impresión de que esllos se volverían como el árbol que estaba atrás, un amasijo de nudos y torceduras, y que acabarían levantando el pavimento y lanzando sus hojas al aire para que se revolcaran por ahí. Hacía tiempo que no sentía tal emoción, tenía el pecho oprimido y respiraba por la boca; su mente se había llenado con un torbellino de pensamientos inconexos al contemplarlos.

Recordó...Una efímera visión de unos ojos hondos, oscuros, impenetrables y fijos. Aún así, ese instante fue muy breve y no pudo distinguir la expresión ni el sentimiento de aquella mirada.Aunque quizás sí, pensó caminando, parecía una sonrisa de hojas de otoño. Aquellos ojos habían estado fijos en ella alguna vez, mirándola indescifrablemente, con expresión burlona.

Se arrebujó en su abrigo. Se había vuelto tarde y el banco de piedra se hallaba vacío. Caminó hacia él y sus manos lo palparon como buscando algo; en silencio lo rodeó con sus brazos y se acurrucó en el hasta que la luz del sol la despertó en la mañana.

Se levantó y sacudió el cabello húmedo de rocío y echó a andar hacia ninguna parte. Mas, a medio camino, la encontraron y la llevaron a casa. Permaneció encerrada todo el día como deprimida, mas no protestó para poder salir luego de aquel lugar y volver a su plaza, a su banquito; lo que se había transformado en su secreta obsesión.

Toda la tarde la dedicó a contar el puñado de hojas que mantenía guardadas en un cajón. Le parecía que aquellas hojas contenían sus recuerdos, que cada línea perfumada de tierra era una vivencia anterior..., de su vida anterior.

Más tarde, al volver a la plaza, volvió a sumirse en reflexiones tumbada en el banquito. Y sacó la hoja de papel, arrugada ya, de su abrigo. Un fuerte viento le arrebató el papel de las manos y este voló por los aires.

Con una energía desconocida para ella misma corrió tras el papel, el cual cayó al estanque. Al verse reflejada vio aquellos ojos negros en el fondo. Comprendió todo. Aquella expresión indescifrable de ellos no era sino otra cosa que amor, y aquella risa burlesca era su propia sonrisa cobarde.

Estuvo un rato contemplando el papel hundirse en las aguas, tomó rumbo a la casa, cogió un nuevo papel del escritorio y redactó una carta.




MaRiPoSa NoCtUrNa

Desearía ser mariposa,
no cualquiera,
sino una nocturna.
Despegar las alas en libertad,
ante el vaho de la noche,
bajo las luminarias del cielo.
Sentirme atraída por una voz,
caer en el éxtasis de la oscuridad,
embriagarme con polen
y entregarme a los vicios jubilosa.
Amar una luz,
tener un idilio con ella,
sonreír a una flor,
coquetear con las polillas.
No tener tiempo para recuerdos,
aprovechar la poca vida
sin esperar a nadie,
ir por ello,
por ese, aquel alguien.
Engalanarme con cantos de grillos,
sentir el clamor de las ramas,
el murmullo del viento,
y ser libre...
sin pensar...
sin pensar...
que todo acabará mañana!


A mi lado sentose un rostro duro y deshilachado, un abrigo negro, un gorro de piel y unos guantes estampados de pantera. Me observó vanamente, y yo la deduje de un vistazo.
Sus labios de comisuras caídas sólo podían significar aquello. Ella también lo entendió, y su vaho floral comenzó a rodearme. El frío que se extendió por mis extremidades fue indescriptible, indecifrable, pero sólo soy consciente del eco de una voz perdida en el espacio y de una incontenible copa que vertió en mi boca; cuyo líquido pegajoso, aquel veneno, se deslizaría perezoso por mis entrañas.
Un ardor en la garganta, un perfume de narciso y un sabor de amarga hiel se extendió por mi boca. Intenté ignorarla mirando hacia otro lado, pero el olor y el sabor parecía apoderarse de mí.
Recuerdo haber estado sentada, escribiendo como ahora, eso sí, más distraídamente, distorsionando fantasmas y evadiendo recuerdos; cuando un nombre, una frase, una declaración de presencia y olvido zapateó en mi cerebro; de ahí el sabor acre del asunto.
Me levanté en silencio y desvié mis intenciones hacia otro recuerdo. Era un recuerdo banal como la expectación antes de descerrajar el papel de un regalo, y como tal vino acompañado de la aspereza de la desilución. Y sólo consiguió masificar esa hiel por todo mi cuerpo, como un veneno que avanza lentamente, llenando vacíos e intensificando viejos rencores.
El pensamiento se había anclado en mi mente, quizás no el pensamiento, sino la reacción que me provocó aquella simple frase. Pensar que yo sólo era un simple objeto, desplazado... una deslucida y opaca muñeca de trapo, aplastada en un rincón . Pensar en todas las promesas que formuló mi mente, las situaciones de prueba que inventó y re-inventó. Pensar en mi corazón ilusionado, en lo amargo que había resultado...
Intensifiqué mi recuerdo de miradas, halagos, dulces palabras, hice desfilar por mi mente toda la dulzura que rebusqué en el cajón de los recuerdos. Mas la amargura no cesó, creo que aún me visita.
Ese día volví a acasa rumiando recuerdos bañados en hiel amarga.
Por primera vez, en aquella tarde, me había entrevistado, sin saber, con amargura.

Muñeca de Trapo

A veces la siento observarme desde un rincón, o tirarme de un tobillo. Su mano de trapo se cierra rodeando mi pierna e intenta trepar por ella.
¡Cómo odio aquello! Es por eso que siempre ibas a parar a un rincón, derrumbada, semi desarmada, con los ojos muy abiertos, en expresión perpleja, o entrecerrados astutamente.
No sé cual es tu intención de trepar por mi pierna y, en algunas ocasiones, colgarte de mi espalda, olvidé mencionar eso; ni tampoco conozco el porqué del pánico que siembra en mi sentir tus garritas en mi dorso.
Entonces volteo y me encuentro con tu rostro de trapo mirándome con rabiosa.seriedad o con una sonrisa irónica.
¿Quién eres y qué me recuerdas? ¿Por qué te temo tanto?
De todas formas, con un empujón siempre terminas en aquel rincón sucio, penumbroso, observándome no con rabia, sino con una expresión de estupor y hasta ternura, diría.
Habías sido bastante paciente esperando en tu rincón, hasta que por las noches comencé a sentir tus manitas tirando de mis pies hacia fuera de la colcha. Admito que supe que eras tú y te di una patada con premeditación y alebocía, pensando que te irías y me dejarías en paz de una vez por todas. Pero no, abrí los ojos y vislumbré tu cara redonda y tu pelo de lana. Me levanté con ira contenida,dispuesta a meterte en una bolsa y dejarte tirada por ahí, mas tu manita y dulce expresión me contuvieron.
Todavía tengo conflicto en admitir que, o tú creciste ,o yo me encongí; bueno, el asunto es que aprisionaste mi muñeca y me condujiste a través de un túnel, una puerta, un hueco, en realidad desconozco qué era. Pero estaba oscuro, y el aire era tibio, era como si cientos de alientos endulzaran y calentaran el ambiente.
Como si estuviera lleno de cirios, se fue aclarando mi panorámica. Y mi vista captó algo increíble, ¡no era sólo aquella muñeca, eran cientos! Y todas, si bien eran parecidas, tenían expresiones muy distintas.
Guiada por mi muñeca seguí avanzando, percibiendo on la nariz la expresión, el sentimiento de aquellas otras muñecas. La luz se fue haciendo más y más poderosa, y de pronto estuve de vuelta en mi casa.
Mi mano apretaba la manita exánime de la muñeca mía, que era yo.



Duelo

Habrás muerto cuando tu recuerdo se borre de los cristales de mi ventana.
Habrás muerto cuando mi figura sea difusa en la mente.
Habrás muerto cuando ya no recuerde el óleo de tu cara.
Habrás muerto cuando tus dientes no me persigan en sueños,
cuando las lágrimas dispersas se borren en un recodo del sendero,
cuando se borre todo, todo,
cuando se borre el ataúd de mi cabeza,
las flores de tu entierro,
y yo asuma tontamente que ya estás muerto,
aunque sé que sólo estarás desaparecido,
desparecido de mi existencia, de mi boca,
de los surcos que trazó tu lengua en mi cara.
Habrás muerto, perdón, desaparecido,
cuando deje de oír tus rasguños en la tapa del ataúd.

Ojos bien cerrados


Apartas la vista de la mano que te pide ayuda,
apresuras el paso o cruzas la calle,
para no mezclarte con aquellos.
Te unes a una fundación pro-ayuda a los animales,
pero eres incapaz de comprar un parche curita
a alguien que lo necesita.
Eres incapaz de salir un momento de tu
feliz submundillo,
donde todos son perfectos,
tu situación económica es perfecta,
y todos son lindos.
Eres incapaz de afrontar la realidad,
incapaz de ver el hambre y las ansias de aceptación
de otros.
Incapaz de ver la pobreza
que ronda los alrededores de tu penthouse.
Incapaz de entender por qué aquel personaje,
sí, aquel que te divierte,
al que consideras un pintoresco atorrante,
parte de nuestra cultura,
indispensable del mundo,
escarba buscando restos de comida en tu basura.
Eres incapaz de mirar a los ojos
a la anciana varicosa que obvia su dignidad por limosna,
crees que tu moneda corrupta,
arreglará el problema de fondo.
Eres capaz, (de algo eres capaz),
de cooperar
con una organización de ayuda al pobre,
sólo monetariamente, pues ni siquiera ocultas
el asco que te da estrechar aquella mano sucia
y de ver de cerca las huellas
de pobreza y dolor de aquellos rostros.
Total, qué importa si se mueren de hambre
total, son pobres porque no trabajan,
porque no saben de esfuerzos.
Lo más fácil es pedir limosna,
si ni siquiera tienen dignidad.
Mejor digámosle a aquel hombre
que se instale en otro lado,
pues, como lo consideras perezoso,
no le comprarás ni un parche curita.
Sí,mejor que se instale en otro lado,
pues gente como tú sólo vive en su mundo,
lleno de esnobismos y absurdos,
lleno de engaños y mentiras.
Y te alejarás feliz a tu 4x4,
caminarás y te acomodarás mejor la venda en los ojos.
En fin...!
Son pobres, si no los hubiera, no habría ricos!


(Escrito luego de una visita al parque Arauco... la pobreza no engrandece, y los ricos, no necesariamente son malos...pero de todos los q estan ahi , que me perdonen las excepciones, hice un retrato de carácter bien definido)

Esperando a Olvido


He vacilado desde la tristeza a la rabia esperando que llegues.
He perdonado, he fingido altruismo, he ensayado argumentos válidos. Me he analizado una y otra vez y me he autoconvencido de que son ciertos, de que sí hay imposibles y que he hecho todo lo que está a mi alcance.
Te pinté de recuerdo y te dejé marchar libremente.¡ Demolí murallas y frustré venganzas!. Y aún no llegas.
Los boletos ya están comprados, he seguido fielmente el itinerario.
Me he sentado caducada en la estación de trenes de sentimientos, esperando tu arribo.
No has llegado, y yo había empacado todo. Esperé que se marchitaran los lirios del jardín, que la tierra de la tumba nop estuviera fresca, que la simple lectura de aquella carta me indujera al llanto, y no apareces.
Llevas días (¡siglos, casi siglos!) de retraso.
Hace tiempo fue tu última visita...

Recuerdo tu semblante pálido, reseco, con olor a nostalgia y tus rasgos inexpresivos. Vestías de luto, y tu andar era calmado y plácido.
Todos te esperaban sin saberlo. Tú sólo llegabas, te sentabas a un lado y la gente se alegraba.
Yo estaba destrozada...hipotéticamente vegetal, mis pies me habían guiado hacia aquella estación en mi vagancia inconsciente. Cuando llegaba al andén, vi tu figura alta y hermosa viniendo hacia mí.Me cubriste con tu velo negro y el dolor cesó.
Fue todo tan repentino...
Te fuiste inmediatamente y mi boca saboreó la nostalgia.

Hoy no es repentino. La espera me resulta tortuosa, atisbo claramente a lo lejos y aguzo el oído, esperando oír el tren. Soledad e Impotencia me acompañan , Ternura espera tras la cafetería y Ausencia, que había llegado,... Ausencia, no está.
Amor se ha negado a venir... a preferido quedarse en casa, resposando.
Soledad me convida a fumar nuevamente. Impotencia rompe una servilleta, que ha doblado y retorcido, con sus uñas afiladas. Ternura juguetea con un recuerdo llamado Caricia...
El tren no llega e Impotencia comienza a pasear de un lado a otro. Soledad sólo fuma, no parece mayormente preocupado. Ternura está abstraída en el pequeño recuerdo y ya se ha olvidado a lo que venimos. Yo, yo reconozco que estoy impaciente, es demasiado el retraso, odio la impuntualidad.
Pero no me iré, seguiré esperándote eternamente... tengo miedo de salir y encontrárme aquella sombra en el camino, creo que quedarme a solas con Impotencia sería más seguro.
Mi hermoso olvido,llega pronto, por favor, abrázame y cúbreme con tu velo.




CaRtA dE dEsPeDiDa

Te escribo esta carta a ti,
si, a ti,
para que sepas que seguiré caminando,
que si un día el destino nos unió en el mismo camino,
que sepas que no lo lamento, ni lo maldigo.
Quiero que sepas todo,
hasta la última impresión,
de nuestra historia.
Quiero que recuerdes como nos conocimos,
como coincidimos en el mismo sendero,
y a medida que el camino se estrechó,
se estrecharon nuestros lazos.
Recuerda cuando nuestras palmas se unieron,
y nuestras yemas se recorrieron,
oye el eco de las voces perderse en las baldosas,
siente mi calidez,
que por unos ínfimos instantes te perteneció,
asi como yo aún siento las brasas de la tuya.
¿Te acuerdas cuando nuestras manos se enlazaron,
y comenzamos a avanzar juntos?
Creo que tropezamos con la misma piedra,
la soledad, la nada, hicieron el resto.
Ahora que contemplo el inicio de aquella senda,
me doy cuenta
que el camino se angostaba cada día más.
Se unió todo, quizás demasiada fuerza,
y poca consistencia.
Por un instante dílico supe que te quería,
supe que tu aliento causaba estragos en mí.
Supe que nunca quise ser ermitaña,
supe que quería compartir lo poco que poseía, con alguien.
Bellos momentos...
que flotan en un mar de lágrimas.
No sabes cuanto lamento que no funcionara,
ignoras como me hirieron tus palabras,
sé que yo te pagué con la misma moneda,
de indiferencia.
Mis disculpas más sinceras.
No sé como llegué a pensar,
que cuando nuestros senderos se separaron,
podría anexar otro ente
y usarlo a mi modo en tu reemplazo.
Últimamente, he caminado descalza por la gravilla
de esta senda.
No quiero compañía para olvidarte,
no quiero olvidarte,
no quiero cubrirte con otro.
Quiero que te olvides de mí,
que borres todos los recuerdos y me vistas
de inconsistencia.
No, no te guardo rencor,
las mil venganzas que planee en tu contra,
no las llevaré a cabo.
No pretendo hacer tu existencia más difícil por mi
despecho.
Lamento dejarte solo, y que me dejes sola tú a mí.
No olvidaré
tus huellas en el sendero,
sé que siempre estarán ahí,
serán un memorándum eterno,
que ni la lluvia, ni los otros pasos,
opacarán.
Seguiré caminando.
No sé desde que recodo del camino voy sola.
Mis pies descalzos
se esforzaron demasiado
para alejarse de ti.
Ya no estás,
y quizás eso sea lo más triste.
De todas maneras,
así lo quisimos todos,
no digo que fuera lo mejor.
De cualquier modo, ya no importa.
Sólo vete.

MiGaJaS


Y llegará el día
en que ese alguien
acepte
las pocas migajas
que de mi alma
ofrezco.
Ha debido ser racionada
pues algo
le ha usurpado
parte entera,
de su ser.
Sin seguros,
sin culpables,
sin alguien que pague,
ha llegado al sanatorio.
Curable, han dicho,
se receta sólo un poco de tiempo,
cariño gratis,
caricias sin costo.
También un poco de reposo,
e instalar un espantapájaros
para evitar que algo
anide allí;
un odio, una tristeza,
una rabia descontrolada,
que provocarían
que se abrieran los puntos
y vomitara pus la herida.
No,señor, aquello ya
no será posible.
Sería probable
que alguien
aceptara,
algún ladrón piadoso,
permutar las pocas migas que tengo,
por un trozo de su alma???

Sentada, con los ojos cerrados, breve reflexión, en las baldosas de la ducha; siento que no estoy sola.
El agua corre por mi cuerpo, hace un desliz por la cintura y se pierde entre las piernas.
Pienso sinceramente que, en pos de de mi perdida salud mental, mi tranquilidad, mi carencia de movimiento, debo ignorar el cálido abrazo que me envuelve. El aliento que se pega a mi cuello, se adentra en mis venas y describe curvas a través de mis senos.
El agua se vuelve púrpura y purpurinamente me elevo en ese abrazo. Es abstruso pensar que ese aliento es alguien; que la ternura que me envuelve y confunde es el reflejo de sentimientos... ellos estan desterrados ya; que las incoherentes palabras susurradas al oído tienen un llano significado en el corazón.
Lamento decirte que si no es en "mi" lenguaje no entiendo. Lamento no intentar comprender el trasfondo de tus acciones.
La sombra sigue explorando mi cuerpo, mis sentidos, mis reacciones.
Ha tocado hasta lo intocable hurgando recuerdos en el alma mía, buscando la convicción de que no estoy sola.
Pero es idiota pensar que no estoy sola. Es tu ausencia la que intenta hacerse presente.

Una gélida tarde como hoy, se sentó conmigo a la mesa un anciano.
Quizá sea un detalle importante afirmar que me hallaba sola en casa, típica tarde a las cuatro.
He de decir que no me asustó. En un parpadeo reflexivo, mientras aspiraba el de la taza de té en mis manos, simplemente había aparecido en un rincón, oteado en derredor (viendo si había alguien más) y sentado frente a mí.
- "Yo lo conozco, pero no lo conozco"- pensé.
Era un anciano verde grisáceo, de cabello cano, inmensa barbilla y cara estirada ; cuyas únicas arrugas emergían alrededor de los ojos. Su aspecto general era ceniciento, y he de reconocer que su flacura y sencilleza me impactaron.
- Nos conocemos-dijo. No sé si con voz o, tal vez, usó telepatía.
No esperó mi contestación, se levantó, abrió una de las puertas del mueble y sacó taza,cuchara y plato. Voluntariamente me ofrecí a servirle té, mas se negó, y vertió el agua, preparándose un té tan cargado que se veía negro.
Mientras lo revolvía, y yo seguía maleducadamente absorta en sus arrugas, dijo:
- ¿Me esperas? ¿Esperabas algo? ¿Esperabas a alguien?- mi cuchara resbaló como por magia dentro de la taza y se hundió.
Mutis absoluto, mi boca se negó rotundamente a refutar esta aseveración. Pero el anciano prosiguió:
- ¿Por qué lo niegas? ¿Acaso es vil confesar tu debilidad, tu porfía, tu orgullo que no fue orgullo, sino que fue el grito de tu dignidad pisoteada?
"¿Acaso encierra tal perfidia el confesar que albergabas una minúscula esperanza, la más pequeña que alguna vez existió en tí, de que nada acabaría, de que tu corbardía no arrastraría a todos, al peso de los sucesos?"
Yo estaba aturdida,¿ cómo era posible que supiera lo que yo había pensado, olido y remolido en mis más oscuras cavilaciones? Negué con la cabeza, supongo que eso fue el equivalente a una tregua, pues el anciano se quedó mudo largo rato, absorto en el vapor de su té.
Un momento, la parte mas anarquista mi ser salió a flor de piel ¿Quien era él para sacarme esas confesiones? ¿Quien era él para entrar a mi casa sin autorización, sentarse sin autorización a la mesa, y tomar el té?
Sacando a relucir la soberbia, que se habái escondido encongida en un rincón del alma, conseguí articular:
-No espero a nadie, ni lo esperaré jamás. Soy yo, y sólo yo, sola.
El anciano sonrió y con esto se le marcaron aún más las arrugas y las ojeras. De uno de los bosillos de sus harapientas ropas sacó un cigarro y , con un fósforo (había tomado la caja previamente de la cocina), sin que yo lo notase, lo encendió con expresión de éxtasis.
Sonrió y pude ver sus dientes manchados e inmensos, alebosamente aspiró el humo del cigarro y lo contuvo unos instantes. Luego lo liberó, pero en mi rostro.
Creo entender ahora que aquellos no eran cigarros comunes y silvestres. No, señor, yo los llamaría cigarros de recuerdo, elaborados además con tabaco de muy buena calidad,porque los recuerdos se agolparon y las lágrimas comenzaron a correr ardientes por mis mejillas. Sembraban un camino de fuego que quemaba mi piel, y se evaporaban antes de finalizar su trayecto.
Entre los estertores del llanto fui revelando todo mi mundo secreto, mis llantos nocturnos, la alambrada en torno a mi corazón, mi debilidad, las mentiras tejidas en una telaraña, las descargas de ira en personas inocentes, la envidia que me corroía.
Una a una salieron fluídamente de mi boca. El anciano me tenía cogidas las manos y me alentaba a que prosiguiera.
En el último instante que recuerdo nítidamente, confesé la soledad que sentía, y mi corazón se agitó y quedó pasmado .
Miré al viejo de hito en hito, y creo que le ordené que se fuera.
Su silueta se difuminó lentamente, hasta fundirse en la pared. La silla donde había estado sentado seguía en el lugar habitual, sin embargo ,su té humeaba como nunca.
Era un fantasma, la soledad



En el desdén de tu mirada,
en la crispación de tus dedos,
en la torcida mueca de tu boca,
se adivinan los pensamientos.
Tu caminar cínico,
amabilidad falsificada,
palabras, cuchillas, por la espalda,
expresión injustificada.
Y en tu dulce palabrería,
se trasluce tu odio,
se adhieren a tus cabellos,
envidia e hipocresía.
Un saludo mal dado
desató todo esto,
altruista gesto social,
cortesía cobarde,
vano intento de comunión,
imagen de mártir,
gentileza derrochada.

Fuerte deseo
de reír y devanarme los sesos,
soportar las ganas
de escupirte a la cara
la verdad de lo que sientes,
lo que siento,
la mutua aversión,
que se concentra en nosotros.
Que yo asumo como posesión,
y tu niegas con fines ingenuos.

Fracasadas están tus tentativas,
porque a mí
no me engañas.


****Onírico*****



Uno frente al otro, separados por kilómetros de olvido. Tus ojos se encuentran con los míos y tus pies osan acercarse, tus manos toman mis codos y tu boca habla con la mía. Mi al ma está rota, y ya no quiere tus caricias.
Doy media vuelta y mis piernas corren a mi orden. Huyo por una selva azul, mojada por el rocío de lágrimas. Las hojas me salpican de sangre, y las lianas se enredan en mis piernas para impedirme la huida. Tú corres atrás, aplastando malezas y lianas con tu peso. Yo sólo sigo, mejor no acortar esta distancia.
Eres más veloz, y tus dedos me rozan.
Hemos llegado a un río, el agua avanza correntosa, puliendo las piedras. Tu boca transmite palabras huecas y sin sentido.
Sin mediar me lanzo, la corriente me entierra los dedos en las costillas y me empuja al fondo. Estallo en una carcajada que me llena los pulmones de agua y los peces me toman los cabellos y me arrastran a las profundidades.
Veo un sinnúmero de algas y animales. Las sirenas se me acercan y me coronan de esmeraldas., las escamas brotan en mi piel y la hacen translúcida.
Soy un pez, y soy libre... nado eufórica y hago volutas en el agua, corro por entre las algas y me abrazo a los corales.
Mi creencia de que te has perdido en la selva se desvanece cuando tu mano aferra mi cola escamada. Retorciéndome a lado y lado logro que me sueltes y emprendo la huida a través de las rocas. Vas cerca mío, y acelero el nado para perderte. No sé cómo me has reconocido transformada en pez, sigues siendo ser humano.
Para perderte entro en una minúscula fisura entre las rocas...ja! tú no cabes allí.
Mi conciencia de pez me induce a nadar en la oscuridad más absoluta, como humano sabria decir que no lo haría.
Nado entre la arena que ataca mis ojos, y en un instante mis escamas se caen y estoy caminando.
Estoy en una abadía, llevo una túnica blanca y las pieras entre mis dedos me indican que voy descalza. Alguien está predicando allí, predicando y vendiendo seda barata.
Una mujer me toma del brazo e introduce morcillas en mi boca, la dulzura me llena por el efímero momento, y seguimos caminando hasta entrar al edificio.
Es un laberinto, puertas y entradas, rejas, habitaciones, se disparan en direcciones contrarias. Mis pies se envían solos a un lugar desconocido...Es un inmenso dormitorio común, con piso de madera y camas con sendas sábanas blancas. Da la impresión de haber estado siempre vacío, pero está limpio, las sábanas brillan de blancura; como la mortaja de un cadáver.
Jadeando por las repentinas carreras y cambios de itinerario, me tumbo sobre la primera cama y me quedo dormida.
El cansancio se extiende por mis extremidades, no puedo más...
Siento tu abrazo cobijado en sábanas blancas, que me atrapa y me hunde en el vacío. Uso la nada de fuerza que me queda para escapar, mi cuerpo está laxo.
Las campanas truenan sobre nosotros, y el anuncio que traen es terrible y solemne, la abadia tiembla, y nos hundimos...
Despierto... tú te has ido.



"El Espacio oscuro"

Baja por las escaleras y ocúltate en la oscuridad .Será un espacio pequeño, ni siquiera caben tus preocupaciones.
No ves ni tu mano, ni tu cuerpo, la luz es un punto difuso, translúcido a lo lejos.

El frío traspasa tu carne como agujas, las manos están rojas como la sangre y no sientes tus dedos.

El silencio es atronador. Sientes a lo lejos un murmullo de pasos. No es nada, sólo un juego de tu imaginación.Cierras los ojos con alivio, el sudor frío que corría por tus manos se seca y vuelve tu alma al cuerpo.
Te acurrucas en el rincón como puedes, cierras los ojos y tratas de dormir; no puedes.

¿Qué habrá a tu lado, si ni siquiera caben tus pensamientos?

Es el insomnio. Su mano te aleja del sueño cansado, y se arrastra por tu cuerpo hasta tu cabeza. Es un espacio reducido para los dos. Él te gana.
Sientes unos ojos en tu nuca, unas garras que rascan el silencio... el impulso de correr,el miedo que te atenaza y te impide salir.
Tus pupilas se dilatan de terror, tu corazón se acelera y te quedas paralizada.
El punto de luz destella y se agranda. Lo llena todo. Unas manos te empujan fuera de tu rincón.

Te sientes extraña, perdida y vulnerable.

Ya no estás sola.


Hace bastante que no escribía, cuatro días, para ser exactos.
Hoy, mientras vaciaba mi caja de recuerdos (según todos, está lleno más o menos de porquerías hasta la mitad), me di cuenta de algo. Todo lo que de algo relevante tiene, deja recuerdos materiales...
entonces, por qué...? por qué no están en mi baúl los de las últimas semanas?
Breve poemita que escribí en 5 minutos.



Me puse triste
porque no habían recuerdos...
ahora tomo cuenta
de la magnitud de todo,
de los hechos...
todo,todo
era una gran mentira!
O quizás no...
confusión mayúscula...
era o no mentira?
era o no era algo?
fuiste tú algo?
o eras una vaga ilusión,
un vano trazo,
en el vacío?
sería un delirio mío,
un oasis,
un espejismo?
Sería la ceguera de ambos,
provocada por la soledad,
la falta de cariño?
o acaso podemos alegar
locura momentánea?

Pero,
si no hay recuerdos,
ni un rasguño de tu letra,
un tenedor robado,
un indicio barato
de tu existencia
como es que fuiste?


Mmmm, hoy escritos rancios... Antonia, ayer no escribí nada, era sola para recordarme que llegaba la primavera, y tenía q estar feliz.

(Papel picado, y excusas baratas)

"Por tu bien".
Y lo cortó en dos.
"Mereces algo mejor"
La voz siguió cortándolo, era filosa. Desde hace bastante,bastante, que había comenzado a deslizarse por él, rozándolo, cortándolo lentamente, para que no me diera cuenta.
"Yo ya he recorrido los caminos que tu has de recorrer".
Tomó el sentimiento entre sus dedos, lo miró, analizó y saboreó. Y con la voz decidió matarlo. Tomó las tijeras e infirió otro corte.
Un trozo de cariño se desprendió y cayó en el barro. El pie no tardó en aplastarlo.
No me moví.
Taxativamente, comenzó a picarlo en finos pedazos. Ni un solo gesto de dolor en el semblante, ni un solo temblor en la mano.
Lo mataste a sangre fría, a pesar de que ya estaba desahuciado, y moriría en cualquier momento. Había nacido enfermo, de un corazón demasiado viejo y de otro primerizo: quizás, con cuidados, no hubiera muerto; no lo hubieras tú matado.
Ya no queda nada, sólo trozos de papel picado esparcidos por el barro. Creo ver un trozo de un abrazo, junto a mi pie.
No importa, ya está muerto.
"Puedes tener a quien quieras, de tu edad".
Dio la vuelta y se fue. Mi última visión fue su espalda...
Ahora estoy sola, los papeles que picaste con baratas excusas están allí. La tijera de tu voz resuena en mi mente y mi corazón.
No te permitiré que lo cortes. Que lo mates como al sentimiento.He matado tu voz en su lugar, no por venganza sino por sobrevivencia.
Los trozos del sentimiento están regados en el piso, inidentificables. Me arrodillo y los acuno. Ahora son recuerdos.

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