****Onírico*****



Uno frente al otro, separados por kilómetros de olvido. Tus ojos se encuentran con los míos y tus pies osan acercarse, tus manos toman mis codos y tu boca habla con la mía. Mi al ma está rota, y ya no quiere tus caricias.
Doy media vuelta y mis piernas corren a mi orden. Huyo por una selva azul, mojada por el rocío de lágrimas. Las hojas me salpican de sangre, y las lianas se enredan en mis piernas para impedirme la huida. Tú corres atrás, aplastando malezas y lianas con tu peso. Yo sólo sigo, mejor no acortar esta distancia.
Eres más veloz, y tus dedos me rozan.
Hemos llegado a un río, el agua avanza correntosa, puliendo las piedras. Tu boca transmite palabras huecas y sin sentido.
Sin mediar me lanzo, la corriente me entierra los dedos en las costillas y me empuja al fondo. Estallo en una carcajada que me llena los pulmones de agua y los peces me toman los cabellos y me arrastran a las profundidades.
Veo un sinnúmero de algas y animales. Las sirenas se me acercan y me coronan de esmeraldas., las escamas brotan en mi piel y la hacen translúcida.
Soy un pez, y soy libre... nado eufórica y hago volutas en el agua, corro por entre las algas y me abrazo a los corales.
Mi creencia de que te has perdido en la selva se desvanece cuando tu mano aferra mi cola escamada. Retorciéndome a lado y lado logro que me sueltes y emprendo la huida a través de las rocas. Vas cerca mío, y acelero el nado para perderte. No sé cómo me has reconocido transformada en pez, sigues siendo ser humano.
Para perderte entro en una minúscula fisura entre las rocas...ja! tú no cabes allí.
Mi conciencia de pez me induce a nadar en la oscuridad más absoluta, como humano sabria decir que no lo haría.
Nado entre la arena que ataca mis ojos, y en un instante mis escamas se caen y estoy caminando.
Estoy en una abadía, llevo una túnica blanca y las pieras entre mis dedos me indican que voy descalza. Alguien está predicando allí, predicando y vendiendo seda barata.
Una mujer me toma del brazo e introduce morcillas en mi boca, la dulzura me llena por el efímero momento, y seguimos caminando hasta entrar al edificio.
Es un laberinto, puertas y entradas, rejas, habitaciones, se disparan en direcciones contrarias. Mis pies se envían solos a un lugar desconocido...Es un inmenso dormitorio común, con piso de madera y camas con sendas sábanas blancas. Da la impresión de haber estado siempre vacío, pero está limpio, las sábanas brillan de blancura; como la mortaja de un cadáver.
Jadeando por las repentinas carreras y cambios de itinerario, me tumbo sobre la primera cama y me quedo dormida.
El cansancio se extiende por mis extremidades, no puedo más...
Siento tu abrazo cobijado en sábanas blancas, que me atrapa y me hunde en el vacío. Uso la nada de fuerza que me queda para escapar, mi cuerpo está laxo.
Las campanas truenan sobre nosotros, y el anuncio que traen es terrible y solemne, la abadia tiembla, y nos hundimos...
Despierto... tú te has ido.



1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Vale: De verdad que me impresiona tu forma de escribir y de proyectar tus sentimientos a través de un escrito, también tuyo. Deberías publicar, sé que te iría bien. Tienes buena redacción, coherencia y amplio un vocabulario justo para lo que quieres decir.
    La profe Marcela

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