Lentamente el calendario deshoja sus meses en mis manos,
un vacío, un eco inmiscuido en la profundidad intrascendente de la piel,
reclama sus derechos desde abajo.
Las hojas caen en silencio,
mientras se pudren los números silbantes,
execran las fechas marcadas, se retuercen, se colman del ácido suelo.
Caen,
algunos numeros se salvan,
resisten los embates del mal tiempo, de las lagrimas saladas,
aletean como peces por los márgenes,
se deforman en los huecos de las ilustraciones mentales,
martirizan la mano que los sostiene.
Etiquetas: Poemas
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