Escrito por
Inevitable
a la/s
10:34:00 p. m.
Evitaba mirarse a los espejos, o bien miraba desde la periferia su reflejo en el agua. Sus manos magulladas por el trabajo arduo rogaban por un poco de descanso, pero Rebeca no descansaba aún en su sepulcro. Quizás quien quiera que fuera no había nacido aún, quizás Rebeca trabajo forzado no estaba sabiendo vivir.
Cuando había dicho dos meses el doctor había efectuado una aproximación generosa, mirando directamente a los pies de quien sabía que más de cuatro semanas no tardaría en fenecer. La pregunta era la siguiente ¿viviría tres semanas? ¿O aquello se había tornado en una fútil parodia de su existencia? Tras años y años de vivir en aquel lujoso departamento y en aquella ciudad, de cultivar amistades y de hacer vida social.¿Por qué había llegado a la casa de quien no veía hacía seis años?¿Acaso no era una irrupción inoportuna a la vida de Carmen?¿Quién era ella para interrumpir la monotonía de las vidas ajenas? No era nadie, porque ya no era Rebeca, porque la mujer de aquel nombre estaba muerta, sí.Etiquetas: Novela
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