Ahora desliza su mano por el perchero y busca la chaqueta, haciéndose el sordo y obviando las miradas. Ahora gira el rostro y alterna las miradas a los rostros llenos, mientras se enrolla la bufanda; mientras trajina en su bolsillo, en búsqueda de un imaginario edén perdido, en busca del confín del mundo que no encontraba en esos melodramas. Las llaves están perdidas, en las faltriqueras no las halla, abre el cajón y revuelve el desorden que la ama de llaves ordenaba cada mañana...los cuadros lo miran con expresión extraña, sin luz ni sombra intercambian tensas miradas, la mujer de al lado codea al viejo del festón, cuchichean con febril excitación... la casa calla en señal de respeto y le vigilan los camaradas de las fotos, la calle ríe altanera burlándose de la casa... Ahora el hombre no comprende porque no las halla, finalmente, una confesión al cuadro de la gorda sonsaca; descubre las llaves en el macetero enterradas, la gente de los rostros llenos ahí las ocultaba. Ahora echa en derredor una última mirada, su trémula mano acaricia el pomo gris y gira extasiada .Los rostros lívidos desde el interior de la casa, observan al hombre y a su abrigo gris que se marchan.
Etiquetas: Escolopendra
1 Comment:
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- Shemyr said...
10:27 p. m. GMT-3Hace mucho que no susurro a nadie. Y en mi bolsillo sólo hay una nuez molida.
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