Había adquirido la costumbre de llorar todos los días, invariablemente, como si tejiera poesías. Con el pecho apretado y las manos sudorosas se sentaba en un recodo de la cama y evocaba pequeñeces de fantasmas, dibujaba con humo y envolvía sus besos; a veces leía con la intención de despojar su triste mente atribulada por los recuerdos; otras ocasiones su magín distorsionaba los episodios ya resueltos dándoles otras soluciones, disolviendo el azúcar de otra manera,cambiando ínfimos detalles, intentando frenar el desenlace ya conocido y omnipresente en su cuerpo. Aquello le provocaba un tímido alivio que se disipaba a los pocos segundos, entonces se recostaba entre las sábanas y se envolvía con los brazos,mordía con fuerza la almohada y se deshacía en pequeños estertores, gemidos que eran casi un relevo, una alegría; pues sus lágrimas eran de ellas, no de él.
Etiquetas: Cuentos
Saluditos y un abrazo!! (k)
saludos
mauricio...el icarus del mar