Se sentó en el sillón presa de una impaciencia paralizante, él se fue y colgó su chaqueta en la silla. En el cuadro sólo quedaron ella y la chaqueta, cuya manga oscilaba como diciendo adiós.
Porque me cansé de tener que buscar un retazo desteñido de ti para abrazar por las noches.
Porque tu óleo está desfigurado y fue comido por las ratas.
Porque estoy exhausta de esperar que todos los tranvías me lleven a ti,
De susurrar incoherencias a la almohada.
Porque detestaba tener que gritarle a la pared,
Y morder las sábanas para que no supieran que lloraba por ti.
Porque me cansé de tu repentina autocompasión,
De que todos te miraran, tú te miraras,
Etiquetas: Poemas
Ese banco es tuyo, tan tuyo que sólo te ves tú...
Para verse mayor solía enfocar la mirada en el espacio con los ojos extáticos y una expresión de reposada madurez y aislamiento. Entonces sólo bastaba un movimiento confuso y delicado de cabeza, unos cabellos desordenados y una pose desequilibrada e inocente para capturar la atención deseada. Quien miraba a perfil aquellas pestañas negras y esa expresión dramática y pesarosa quedaba obnubilado ante la crónica sonrisa de aquella mujer, muchacha o como se le distinguiera en aquel paraje específico.
Sin edad determinada fuera cual fuera la edad supuesta, atrapaba atenciones y afectos desenfrenados y en sus miles de hogares ficticios siempre era gratamente recibida.Laura pertenecía a ningún lado, pero estaba en todos los resquicios y esencias que percibían sus amantes, ella era el perfume impregnado en la cabecera y la vainilla que distendía esos ambientes recargados de esas ciudades distorsionadas.
Pocos días cargaban contra ella como aquel. Pocas personas la desdeñaban como Agustín. Pocos días sus ojos estaban ajenos al ajetreo de las calles contaminadas, al rutinario paso de los trabajadores, a las miradas de soslayo. No, sus pies caminaban enloquecidos;y sus ojos desbordados de lágrimas, ciegos a las miradas ajenas a aquellos ojos negros. Caminaba con un paso volátil de aves huidizas, luciendo un paso torpe y estancado, que tropezaba con cada grieta del pavimento. Nunca había sido muy estable, he ahí su particular gracia, caminar como mosquito desarrapado a la espera de las miradas persecutorias; mas aquella tarde aquel paso torpe y pesaroso sólo contribuía a acrecentar su desesperación. Laura caminaba siempre adelante, sin mirar atrás por temor a descubrir al oscurantista que la odiaba.
Paso adelante y revés, a través del tráfago indolente de las calles. Mujer de dedos sudorosos y su pequeño equipaje pseudotemporal, poco tiempo de estadía ,poco tiempo, hasta que me extrañe y me regrese a mi taza, poco tiempo, le hará bien verme, oscurantista, oscurantista. Se deslizaba con paso aparentemente seguro, aunque las rodillas le temblaran y en su respiración pasmosa reverberara una tórrida incertidumbre.
Las calles álgidas le hacían doler los pies, o quizás su marcha forzada. Eran semejantes entre sí , estaban engañadoramente vacías, evaporando en iridiscencias celestes el calor pegado al asfalto. Traqueteaba su cuerpo con tal pesadez y determinación, apretaba con tal fuerza su maletín pseudotemporal, que los tobillos henchidos estaban siendo víctimas de una acupuntura infructuosa y el maletín resbaló de sus dedos vomitando su contenido. Exhalando con dificultad estertores pasados hizo ingerir al bolso las pertenencias necesarias, acuclillándose con dificultad, posicionando cada vértebra en posición frontal.
No podía dejarla marchar, imposible sumergirse en aquel escapismo sin sentido. Tras la sombra de unos árboles vislumbraba el terminal, unas pocas personas transitaban manipuladas quizá por qué hilos invisibles, marionetas.
Y Agustín era una marioneta, y ella también; pero no estaba segura de que el titiritero sería el mismo; Agustín era títere de quien sabe quien, ella lo era de él; solo un simple gazapo que esperaba órdenes y las cumplía, contento para satisfacción de su amo, un gazapo.No, no sería un títere nunca más, a pesar de la satisfacción y el placer que el oscurantista disuadía en sus caricias mezquinas, a pesar de los susurros que congestionaban sus oídos (casi miles de mosquitos y su incesante sonido).
El terminal estaba allí, era algo paulatinamente solo, invitador hasta.
Mano apretando pequeño equipaje inexperto, inhala,exhala,inhala exhala, paso decidido,tranco veloz, indiferencia hacia los miles de Agustines que la miraban en cuerpos ejecutivos, porque todos tenían sus ojos negros, todos eran la viva imagen de aquella mirada con la que había tropezado, estaba en todos lados; en ella, en los tablones con los precios de los pasajes.
Etiquetas: Novela
Como si fuera capaz alguien de regalarte un pedacito de luna con la mirada y de sonsacarte una sonrisa culposa. Un no con cara de sí sería lo más característico en tal caso, una negación una de las tonterías más inefables.
¿Por qué crees conocer a la persona del pedacito de luna? Por qué creer , siempre un porqué. Por qué no asociarnos a los cercanos narcisos y aprender de ellos, a callar y asentir, ser sin ser escuchado, callar, ser, sentir, tocar, mirar, percibir sin maldecir.
¿Porqué insultar y maldecir hasta las lágrimas, si todas las lágrimas de rabia verdaderamente son de pena? Como si fuera capaz alguien de saber eso sin haberlo efectuado cientos de veces antes de adivinarlo.,como si alguien admitiera haber llorado cientos de veces admitiéndolo. Y está aquí el dilema de la luna y su espejo, el alguien es la luna y el espejo es el espejo que está para reflejarlo ¿Quién se ve sólo en el reflejo? Sólo quien miente y niega estar acompañado, que camina con la frente erguida en medio de las muchedumbres afectadas de las calles impulsivas, siempre al frente; mirando de reojo si el que le prometió el adagio sigue atrás.
Como si fuera capaz de admitir que es justo lo que lo daña lo que necesita, y siempre ha sido así. Que el trocito de luna es ese alguien que desprenderá un cabello y dejará que sea tuyo, y caerá a tus pies.
Etiquetas: Reflexiones locas
Lleguemos a un acuerdo, yo no le vi , toqué ni besé a usted, usted tampoco a mi. Hoy fue un encuentro fortuito, no nos conocemos, somos dos extraños. Siga usted su camino mientras yo busco el mío y aquí no ha pasado nada.
Tus pies seguían un ritmo parejo mientras bajabas los escalones de dos en dos jugando. Llegado al ultimo peldaño, me observaste con fijeza y sonreíste sin necesidad. Ese día fue el primero que derrochaste una sonrisa.
Había adquirido la costumbre de llorar todos los días, invariablemente, como si tejiera poesías. Con el pecho apretado y las manos sudorosas se sentaba en un recodo de la cama y evocaba pequeñeces de fantasmas, dibujaba con humo y envolvía sus besos; a veces leía con la intención de despojar su triste mente atribulada por los recuerdos; otras ocasiones su magín distorsionaba los episodios ya resueltos dándoles otras soluciones, disolviendo el azúcar de otra manera,cambiando ínfimos detalles, intentando frenar el desenlace ya conocido y omnipresente en su cuerpo. Aquello le provocaba un tímido alivio que se disipaba a los pocos segundos, entonces se recostaba entre las sábanas y se envolvía con los brazos,mordía con fuerza la almohada y se deshacía en pequeños estertores, gemidos que eran casi un relevo, una alegría; pues sus lágrimas eran de ellas, no de él.
Etiquetas: Cuentos
Siempre que alguien tocaba la puerta sospechaba que podía ser él. Entonces tocaba madera y se mentía para poder controlar el temblor tradicional de su mano izquierda. Algunas veces temblaba la derecha también , y el recipiente con arvejas desgranadas, la bandeja en la cual limpiaba lentejas, rodaba por el piso interminablemente .
Aquel día no fue distinto, la tarde entretejía cotidianos sucesos y la puerta crujía bajo el peso de aquel puño invisible que insistía en tocar.
Carmen sencillamente crispó los dedos de los pies con pasmoso terror, no atinando sino minutos más tarde a entrever por el ojito de gato de la puerta. La circunvalada visión del habitual macetero le produjo cierto triste alivio, cierta triste certeza de que nadie la visitaría aquel día, ni siquiera el cartero.En el fondo su pecho pluguía por una visita, por el cartero que quizás traería una remota cuenta impaga o las banales noticias de Roberto; Roberto metido en un sobre, pequeño Roberto papel tamaño carta; el sospechoso retintín del rencor y la inconsciencia. O quizás la visión cinematográfica de un pasado oculto y un abandono oportuno.
Aseguró reiteradamente el pestillo y echó llave varias veces, trancó la puerta con una silla y miró con desconfianza a través de las persianas.No había nadie en el zaguán , ni en el ropero, ni saltando la verja del patio del vecino, corroboró instantes después.Pero una certeza temeraria acechaba en su mente, una inherente punzada de expectación en las sienes y una desesperación, una angustia exaltada que indicaba que quien tuviera que llegar no tardaría.
Etiquetas: Novela
Entre ambos extremos existía un matiz,
Que se cobijaba bajo una vergüenza ineluctable.
Ambos se miraban reacios y de reojo,
Dirigían palabras dirigidas a quien...
Luego se marchaban,
Se marchaban con pasos inerrantes de fenecido
No sabiendo pensar,
No sabiendo vencer la contradicción que los apresaba.
No se conocían ahora,
Pero una mirada vigilada desde el hombro,
Insignificante matiz,
Etiquetas: Poemas