Farewell

Al sentir como cortabas ese cordón umbilical que nos unía , sentí la muerte erguirse certera frente a mis ojos. Esperé con estos apretados el final, el éxtasis del dolor, sangre, delirio, gritos más fuertes que mi vagido de aquel instante. Dejé pasar unos segundos expectantes,mientras el cuerpo me temblaba,alienado por completo del tuyo. Miré por entre las pestañas la distancia que nos separaba, que ya no era un continente ni un mar, que se había transformado en una barrera más amplia, infranqueable. Ya no estábamos más unidos...por nada, ni siquiera la evocación de un fugaz recuerdo, y yo seguía viva, tan viva que sentía como mis visceras liberaban su amargura, como mis vellos ser erizaban uno por uno, viva, descubriendo que nadie es imprescindible.

Resultados vanos

Si al final el sentir es un abismo sin fondo
Y se evapora como un charcoal sol
Si al final somos un microorganismo incinerado
Por esa higiene mental que nos ayuda a sobrevivir
De qué sirve sentir
De qué sirve ser animal
De qué sirve llorar, abarcar, embarcarse a uno mismo
De qué sirve taladrar con la mirada
Y perforar tu rutina por todos lados
Cambiarla y reconvertirla,imaginarla
Pintarla, dibujarla
Para borrar los trazos con alcohol
Saciar los deseos terrenales
Y escribirlo en un burdo papel
Si al final no estás
O si al final no te contienen
Si fue la última gota que rebaso el límite
Y todo se ha regado en el piso inmaculado
Si Al final todos los recuerdos se apilan en un montón de articulos usados
Y son rematados a precios ridículos.

Feedback

Sé que suelo ser equitativa
Pero las partes se han revuelto a quejas
te estoy dando más que migajas
más que la ración correspondiente
tienes lo extraído desde el fondo
algo sin editar y estúpidamente complaciente
y lo ignoras..
Los otros se han quedado con sobras y restos amargos
Se han conformado con algo que hasta yo miro en menos
Y la mezquindad les trepa por la garganta.
No debería darte tanto,
Eso lo sé y me lo gritan el resto delas bocas hambrientas
No debería darte este exceso de obsesión
Pero aquí me tienes
Casi entera
Medio carcomida por tus modos ásperos
tu falta de dedicación
Aquí me tienes compartida
Tronchada en pedazos poco equitativos
Pero casi por entero tu utensilio de uso diario
Y créeme que si no tienes mi todo,
Es porque aún me queda un vestigio de dignidad.

Luego del ultraje mi yo se sentó en el rincón y se acurrucó. Yo seguía sentada en el escritorio catatónica, preguntándome porque no había hecho caso al instinto, qué significaba el ininterrumpido deseos de llorar durante un abrazo; esa sensación de felicidad moribunda. Mi yo estaba en el rincón, recogido, con la cabeza entre los brazos y las manos en puños cerrados, como atrapando la rabia. Daba lástima, se veía tan sucio... Se había marchitado como un arbusto al que le habían quitado el agua, y a pesar de que brillaba un sol a lo lejano, no era de ayuda. La luz le quemaba las hojas y se iba encogiendo, adelgazando en el rincón, tan sucio, tan gastado, tan viejo, como un papel arrugado, descascarandose junto a la pared, fundiendose cada vez más en la mugre, la inmundicia... y mientras ocurría aquello sentía que me miraba implorante, me pedía que lo recogiera y le devolviera el brillo y la pureza que un día tuvo. Y yo...yo ya no sentía nada.

Mirada restrospectiva

Antes de cerrar la puerta miró por sobre su hombro el montón de papeles tirados, sin pensarlo dos veces, a grandes zancadas cruzó el umbral. En la habitación quedaron todas esas cosas que algún día le parecieron indispensables, unos cuantos retazos de personas que había gustado vestir. Hace algunos momentos, había decidido quitárselos y salir al mundo con una capa muy fina, casi invisible y quemar todos los retazos viejos. Pero al final sólo había conseguido desgarrarlos y dejarlos irreconocibles,cosa nada extraña...poca gente consigue eliminar los malos recuerdos.

El barquito se desliza feliz entre piedras y olas,navega feliz por el canal imaginario que trazaron esas manos que le crearon y que siempre están frescas .Pero él sabe que aunque el tiempo esta brillante y el viento silba alegre, no habrá qué evite que el papel del que está confeccionado se humedezca;y proa y popa, babor y estribor, se confundan arrugados, mientras se hunden despacito en aquel mar insalobre, en medio de una primavera fatídica de esas que solo se pintan en los cuentos.

Aunque entrecierre los ojos lo veo grotesco, y la mano temblorosa amenaza con volvarme unos 7 años de mala suerte encima. Aún no compro uno más grande.Si llevar unos posibles 7 años de mala fortuna en el bolsillo a veces inquieta, colgarlos cerca de tus prendas debería provocarte mayor turbación. No sé desde cuando comenzó la manía de verme lo justo y necesario, de perfil, preferentemente con la luz apagada. Será que me harté de mi reflejo o que no sé en qué me he convertido, a cada vistazo las imágenes que se revelan me son ajenas, no es la comisura ajada ni las ojeras siniestras, es más bien que yo y mi yo no nos hemos reconocido.

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