Al sentir como cortabas ese cordón umbilical que nos unía , sentí la muerte erguirse certera frente a mis ojos. Esperé con estos apretados el final, el éxtasis del dolor, sangre, delirio, gritos más fuertes que mi vagido de aquel instante. Dejé pasar unos segundos expectantes,mientras el cuerpo me temblaba,alienado por completo del tuyo. Miré por entre las pestañas la distancia que nos separaba, que ya no era un continente ni un mar, que se había transformado en una barrera más amplia, infranqueable. Ya no estábamos más unidos...por nada, ni siquiera la evocación de un fugaz recuerdo, y yo seguía viva, tan viva que sentía como mis visceras liberaban su amargura, como mis vellos ser erizaban uno por uno, viva, descubriendo que nadie es imprescindible.
Etiquetas: Escolopendra
Besa con tu beso mágico la otra mano, apriétala,
y lanza lejos el vacío de esa mano.
Devuelve la cadenita al lugar donde estaba (puedes dejártela colgando)
y tráela cuando la traigas.
Se amarra lo que se amarra y con cadena se encadena.