Después de la conversación de aquel sueño y del beso de pez , despierto cansada.
Mientras intento dormir en vano, e intento zafar mi pie de las sábana, abro los ojos y contemplo las estrellas de cielo raso. Respiro profundo y siento la cabeza apretada y el cuerpo débil, sonrío como una tonta y sollozo bien bajito un “tú”.
A un lado de la cama está el cuaderno en posición de escribir, lo tomo y lo abrazo entre las sábanas; escribir no dará buenos resultados hoy. En silencio y con la cara contraída me levanto, tengo un nudo en la garganta que me incomoda al caminar, como si llevara ceñida al cuello una soga invisible. Desayuno con lentitud, llueve terriblemente, el ruido del agua produce en mi un efecto sedante...
El resto del día transcurre con la habitual insipidez y armonía de siempre, con excepción del minuto que leí esas palabras tan bonitas y escuchaba esa canción, sin embargo ya es pasado y me inquieta bastante, el nudo me pesa y lo arrastro a mi lado; intento escribir nuevamente, pero nada me contenta. Mi cara emula una sonrisa y una mueca inversa a la vez; qué triste espectáculo.
La noche envolvió este día de sabor extraño, el cuaderno está en posición de escribir nuevamente, me escurro entre las sábanas y miro el techo. ¿Qué me pasa? ¿Por qué estas manos tan tibias y el sonrojo involuntario? Estoy enferma quizás, mi cuerpo está lánguido, mi semblante pálido y nervioso, mi pecho lleno de un algo opresor, los “tú” son cada vez más frecuentes ; ayer tan feliz y hoy tan triste, tan sonriente, tan anhelante de un algo...¿Estaré enferma? Me pregunto al hundirme entre las frazadas, me abrazo yo misma y suspiro en silencio con los ojos cerrados...desde el fondo de la almohada una vocecilla susurra con seguridad: se llama amor, tranquila, se llama amor...
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¡Un beso y más letras!