La CaSa

Asentada sobre un presunto humedal se erguía imponente, como un cerro macizo asentado entre millones de cielos. Se veía a lo lejos, entre decenas de casas, tras variados troncos y medio oculta tras un pasto crecidísimo, que en años nadie se había preocupado de cortar. Aún así , poseía un aura indolente y algo siniestra, coronada por las tablas gastadas de su reja y las cortinas apolilladas que se vislumbraban tras los vidrios sucios.

Era aquella casa, aquella casa desperdigada en un pueblucho de nadie, donde contadas personas se atrevían a entrar. Aquella casa, aquel jardín desmantelado hacía tantos años, pequeño entremés de ilusiones tras la pileta azul.

Algunos días las palomas la rodeaban, rondaban, acechaban entre los pastizales, paseaban junto a extraños gorriones y cuervos cadenciosos, bautizados por inmersión en la pileta, pero nunca más allá del umbral, nunca entre las tejas partidas y los alfeizares de las ventanas; nunca más allá. Más allá erase lo desconocido, érase la invariabilidad de lo ubicuo, un rincón ignorado por todos, que ni siquiera invocaba la curiosidad malediciente; ni siquiera podría llamarse un bosquejo de la incertidumbre.

La casa era el centro, era espaciosa y presentaba un generalísimo aspecto derruido, las paredes descascaradas le daban un aire de vetustez incómoda, tanto así como las tablas podridas de la terraza. Poco o nada sabíase de sus entrañas, excepto que estas poseían un complejo entramado de pasadizos y habitaciones, además de una pequeña claraboya en la parte trasera.

A vista de cualquier desentendido esa morada carecía de vida, pero la gente sabía y podía afirmar a ciencia cierta que una persona seguida por su equipaje habían salido durante una hechiza tarde de verano, bajo las protestas del jornal no pagados a los trabajadores; había cruzado la verja y no había regresado. Dentro de la morada alguien había esperado pacientemente las cartas, el retorno, cada tarde mirando por la ventana , por varios meses; hasta que el frío invernal se la había tragado, sin dejar residuos aparentes. Pero a pesar de las sospechas y especulaciones varias de espectros y desapariciones presentes, en esas habitaciones, en el estuco de esas paredes falsas, en aquel raro lugar asentado en un lugar de nadie, tras aquel jardín alguna vez repleto de manchones de flores, tras la reja de palitos pintados de azul, tras las persianas sucias de polillas y grillitos, imbuida entre una montonera de ventanas, en el interior de la casa, convivían las tres.

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    antes que postearas en el fotolog creyendo que yo no lo habia leido...creo que lo lei un dia despues que lo publicaste, mas que nada si quieres una opinion...me suena a una asfixia, impresiones coquetas, y de a poco....un entorno de, una aburrida tarde....

    podria ser no?

    pero bueno yo ya lo habia leido...

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