La cara se me cae a pedazos el mentón se me marchita. Es tan breve seguir un objeto a través del escampado, perseguir una estrella prófuga que empujó unos segundos a la luna, pedir perdón en silencio, evitar mirar a la gente mientras comes porque el plato es más colorido y menos fúnebre. No aludir a los tenedores en cortejo, bosquejar las venidas y las despedidas agrias, descolgarte del árbol como fruta madura de verano, fuera de foco, o dejarte caer comida por las aves. Llego a la conclusión amarga de que mis días no son míos, si lo fueran no pasarían allanados y planos comiéndose los vitales minutos verdosos entre mis muñecas de porcelana fría.
Etiquetas: Escolopendra
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Quizás ahora más =)
Abrazo.