Fue extraño ver como mi barquito naufragaba en un instante,pero no me senti triste. Lo observé impávida en su último estertor, mientras mandaba mi mente callar todos los recuerdos inservibles y de cualquier índole. Después del suceso; el silencio y el mar se recogían despacio,reptando por la arena hasta alcanzar mis pies, agrandándose magníficas en un muro de agua que me envolvió: olas de color café y verde.
Etiquetas: Escolopendra
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